Algunas cosas más para decir. En primer lugar, vale ser feliz. El nihilismo es una mentira. Existen la verdad, la belleza y el bien. Segundo, Francia.
Blog de gente libre y políticamente incorrecta...
Algunas cosas más para decir. En primer lugar, vale ser feliz. El nihilismo es una mentira. Existen la verdad, la belleza y el bien. Segundo, Francia.
Cuando sos preadolescente, sentís que lo que te afligió de niño no tenía mayor importancia. Cuando sos adolescente, te pasa lo mismo con la preadolescencia. Ya en la adultez, mirás con recelo los mambos de tu vos adolescente (vicio del yo presente). Pero, dentro de la misma adultez, se suceden - se superan - varias etapas. Probablemente, cuando estés del otro lado, el de la eternidad, pensarás que la vida fue una boludez.
Un día cualquiera te podés encontrar con una mujer. Casi dos años o casi más. O menos. Pero en ese sentido. Tan adentro de la vida, tan adentro y bien, que la berreta literatura de yo, que no del yo, quedó atrás. El mote de "incel" perdió razón de ser. Otros flagelos, la desocopación y la falta de dinero, se ahogaron en el pasado, el pasa, el paja y la paja. El poeta marginado devino pequeño burgués. Sushi, minita y más. Ya fue llorar miseria en un blog.
¿Qué pasará con todo? ¿Quién sabe? ¿Cuándo será? Otros finales peores pasaron de largo. Pese a lo que digan, habrá luz en la inteligencia natural.
Podremos ganarle a las máquinas en algunos aspectos. Nuestra escritura quizás muestre mayores mundos de disrupción. Estamos atravesados por experiencias, deseos, sensaciones y sueños. Aunque parezca algo del pasado, al ser humano todavía le queda mucho para dar...
La puta grieta garantiza la continuación del status quo. Hasta los supuestamente no engrietados acaban en el negocio de la polarización (tipo Milei). Argentina, si logra salir de la mala, no lo hará por los políticos, sino a pesar de ellos.
Estamos en una. O estamos en otra. O estamos en un cumple. Estamos. Y vivimos de forma muy diferente al ayer. ¿Mejor? Tal vez. Aunque tener más pesos en la Argentina devaluada no te garantiza nada. Lo seguro es que pasaron cosas. Las cosas que pasan...
Vemos y vivimos milagros día a día. Hallamos las correspondencias, que parecen perderse bajo el rótulo de lo casual. De un momento a otro, surgen maravillas, pero a veces se nos pasan de largo. Minutos después de leer este texto, te pasará algo increíble...
No vendremos de vuelta y tal vez no daremos vueltas, pero la rutina nos confundirá más de una vez. Más allá de tu cotidianeidad, querido lector, hay algo más...
Se opera una variación en el lenguaje. Ensimismamiento de prosista ignoto. Uno se hace extranjero a los ojos de sus vecinos y familiares. No digo que ellos lean estas mierditas, pero imagino sus caras de asombro, cómo se pondrían al saber lo que el Alan murmura en su closet.
Sin presiones y sin pasiones. Solamente una calma sin igual y otra más. Un dejo de silencio y un dejo de todo lo que dejamos en el camino que no lleva a ningún lado.
Se vuelve a escribir sobre nada y sobre todo a la vez. Se vuelve. Y se envuelve este decir en una dicha moderada, una alegría tranquila, una suerte de felicidad. Madrugadas de paz. Alivio de haber dejado atrás lo peor.
Sigue el tiempo, sigue la vida, sigue el mundo; sigue, sigue, todo sigue y ella lo persigue y él se persigue y ya nada sigue.
En el primer sueño, un paraje rural en el límite entre Córdoba y Buenos Aires. Gringos aindiados, sin acento cordobés. Casas grandes, pero humildes, de una sola planta y carentes de cualquier ornato. Eso sí: todas con jardín. La joven mujer del muchacho que me invitó a su morada vendía caballos. Entre 1.500 y 3.000 dólares. No sé si caros o baratos, pero a ese valor ella los sacaba como pan caliente. Se acercaba casi hasta la calle y ahí nomás efectuaba la equina transacción. Lo que más me impresionó fue un edificio gigante, que se veía lejano, de color marrón inglés y techos coronados de indescriptibles formas, más el agregado simil pabellón argentino de la Exposición de París. Pregunté qué carajo era esa mole, que desencajaba con el paisaje circundante. Mi anfitrión me dijo que le saque una foto a la estación de tren, "orgullo local, porteñito". Agregó que "queda a 16 cuadras" y que "podemos ir caminando".
El otro sueño lo contaré mañana...
Buscá el infinito en cada cuadra, en cada esquina, entre los árboles y entre los cielos. Encontrá a Dios en vos.